Entrevista con la editora Ana Cecilia Calle de Himpar editores

Ana Cecilia Calle, editora de Himpar e integrante del colectivo de mujeres DJ Chulita Vinyl Club se animó a responder 10 preguntas sobre su trayectoria profesional y su perspectiva del sector editorial colombiano desde su rol de editora independiente.

  1. ¿Quién eres y cómo llegaste a considerar la opción de abrir una editorial?

Yo me considero editora de profesión y de oficio, también soy educadora y DJ. Cuando estudiaba literatura en la Universidad Nacional, una de las cosas con las que me daba en la cabeza era con la sensación de que nada de lo que hacía se “veía”. Entonces empecé a pensar en la edición como un proyecto de vida, y como por azar me cayó un trabajo en la Nacional. Ahí empecé a hacer una carrera editorial. Con mis compañeros de Himpar, que eran mis compañeros de pregrado, sentíamos que hacía falta una editorial que se saliera de las artes visuales y tuviera un eje más literario teniendo mucho cuidado editorial en todo el sentido.

 

  1. Un concepto que marca el diferencial de Himpar Editores en relación con las otras editoriales independientes es que ustedes usan el taller como modo de hacer el catálogo. ¿Podrías ampliar más este concepto?

El taller es un espacio de encuentro entre autores y editores, y a mí siempre me ha gustado la forma anglosajona de editar, dejando a los editores ser un poco metiches para trabajar el texto más a profundidad. A nosotros nos gusta trabajar con primeros autores y tenemos la fortuna de tener gente con mucha experiencia en enseñanza de escritura creativa y trabajo de taller literario. Entonces cuando llega un manuscrito de un primer autor hacemos un comité en el que se pondera cuánto taller necesita. Es un tiempo adicional que el autor pasa con nosotros revisando estructura, construcción de personaje y el final de las historias, que usualmente es donde toca trabajar más.

 

  1. ¿Cómo es tu percepción del cambio que ha tenido la editorial desde sus inicios hasta esta reciente concentración en las nuevas voces literarias?

Nosotros montamos la editorial en el 2014 y ese año nos salieron becas para estudiar en el extranjero, entonces la mayoría nos fuimos. Entonces, mantener un proyecto a la distancia mientras uno hace un proyecto doctoral es demencial. Hubo un punto en el 2019 en que estábamos dudando del horizonte del proyecto y decidimos echarle gasolina y ponerlo a andar. Luego cayó la pandemia y sentimos que ya no había vuelta atrás, que íbamos hacia adelante. La edición de Kintsugi, la novela de María José Navia fue muy chévere porque nos dio como un aire nuevo internacional. Después hicimos un proyecto de libro recobrado del siglo XIX, Débora, una novela de Tomás Michelena, que es una voz nueva pero es vieja. Y luego estuvo rondando la idea de abrir una colección de poesía que respondía a un proceso de transformación en el campo de la poesía colombiana, y la idea era que esa colección fuera ampliando el catálogo. En ese momento ya sentíamos que los libros nuestros se reconocían en las librerías. Es decir, que la gente ve un libro de Himpar y ya saben que somos nosotros. Entonces dijimos ‘bueno, ya estamos aquí’, hagámosle. Así que 2020 y 2021 fue como esa consolidación de la intención de traer autoras y autores nuevos. Hubo un momento de volver a pensar el proyecto y la solución fue mandarnos al agua con más textos.

 

  1. En relación a tu experiencia editorial en otras áreas, para ti qué es eso de ser editora independiente.

La independencia es relativa: se puede ver como alguien que se le fritó el seso y cree que puede ayudar al fortalecimiento de un sector que crece con dificultades. Otra manera de ver la edición independiente es: un grupo de gente que considera que los libros merecen ser amados y circulados y apuesta su dinero y su tiempo en ello. Para eso, el editor independiente no debe ser tan ‘independiente’, sino que debe asociarse libremente con otros parecidos. Yo considero que los independientes somos un barrio chiquito que necesita juntarse, en la medida que es mucho el trabajo que hacemos y la remuneración es poca. A mí me gusta trabajar en asocio y por eso Huracán ha sido un parche en el que nosotros como editorial y como empresa apostamos un montón, porque pensamos que es por ahí.

 

  1. Desde el rol como editora que te has desempeñado en otros sectores, ¿sientes que hay diferenciales de trabajo?

Claro, como editora académica uno depende de los flujos de trabajo que haya. Por ejemplo, la manera como se trabaja en Estados Unidos es súper diferente porque las editoriales académicas no le publican a los profesores de sus universidades, mientras que en Colombia sí. En esa medida, en Colombia uno depende de los intereses que tengan los académicos y el dinero que haya disponible. En Estados Unidos se trabaja por disciplinas en las que la editorial es fuerte y las subvenciones vienen de más fuentes que solo la universidad. La ventaja es que el margen de ganancia no dirige la discusión editorial. Además, en Colombia hay lugares buenos para la edición académica como la Universidad Javeriana en donde yo tuve la oportunidad de llevar proyectos nuevos y proponer reestructuraciones a colecciones, por ejemplo. En términos generales, en la edición académica la búsqueda de manuscritos está a la merced de la circulación de conocimiento del entorno en el que se está trabajando. Mientras que en la edición nuestra en Himpar la restricción de dinero le obliga a uno priorizar, pero puede traer de donde quiera.

 

  1. Himpar sigue teniendo un interés central en el carácter nacional. En ese sentido, ¿cuál viene siendo la apuesta de Himpar, y qué es lo que los termina inclinado hacia una obra en particular?

A nosotros nos interesa encontrar narradores y narradoras y poetas que salgan del centro letrado colombiano, que salgan de los temas y la forma de contar que se considera propia y buena en la literatura colombiana. Con esto quiero decir: los relatos que son muy de ciudad que están asociados a cierta clase social o cierta mirada del país. Nuestro deber es ¡salir del andinocentrismo! Es decir, como de que Bogotá es el validador del discurso colombiano. A la larga nos han interesado libros que propician otras lecturas de ese centro o se salen directamente del centro, y nos gustan mucho los relatos que trabajan con el movimiento; nos interesan voces sólidas que se salen del escritor hiperletrado de los Andes colombianos.

  1. ¿Cómo manejan la divulgación y presentación del catálogo en un medio que termina siendo andinocéntrico?

La construcción misma del catálogo nos ha permitido encontrar una audiencia que “copia” de estos discursos. La mayoría de nosotros vivimos en Bogotá y pertenecemos al ecosistema de medios culturales de Bogotá, aquí hay un sesgo porque los libros que se imprimen en Bogotá, primero circulan en Bogotá y de ahí es que hacen la salida. La construcción de catálogo ha funcionado en la medida que se ve una línea clara y hemos podido tener una audiencia en estos años de la mano de cursos y talleres, más allá de publicar el libro. Creo que esta es una cosa muy necesaria del editor independiente: la vida del libro pasa después de que se pone a circular. Con estos esfuerzos yo creo que ya hay una audiencia que sabe que los libros nuestros van por ahí, que son como un “desvío”. Por el otro lado el cuidado editorial y la permanencia que hemos tenido estos últimos cuatro años permite que estos libros estén circulando. Hay que hacer trabajo de prensa, esto se hace todos los días y nosotros todavía estamos construyendo ese impacto, así que a la larga no te sé decir cómo se rompe ese cerco andinocéntrico hiperletrado, pero ahí vamos.

 

  1. Desde tu perspectiva (musical y creativa) qué tan necesario es eso de ser cool y asumir esta tarea desde algo más relajado en la edición independiente.

Yo siento que abordar la edición independiente como algo cool tiene un pedazo que es sincero y uno que facilitan las redes sociales. Es sincero en la medida en que a nosotros nos gusta hacer libros, leer, que los libros sean chéveres y bonitos, y que sean objetos que alguien desee tener en sus manos. De ahí eso se engancha con el perfil que se crea en las editoriales para que la gente se identifique con el “estilo de vida de lector”. Es decir, que las redes propician la idea de que uno no vende el producto sino “el estilo de vida”. Ahora, a mí me parece que la edición es como una fiesta, y en la fiesta pasan muchas cosas: se necesita quien ponga la casa, quien ponga la música y quien abra el Todo Rico. Hay distintos tipos de fiesta también, hay un tipo de ‘cheveridad’ que a mí me interesa, y otra que no. Me gusta la fiesta en la que la gente puede bailar como quiera, una fiesta en la que van a poner música que otros no conocen y la gente va a disfrutar igual. Porque hay un tipo de cool que es excluyente. Como usualmente en las editoriales somos pocas personas, a uno le toca ser la persona que pone la música y abre el Todo Rico y pone la casa. Pero, también, puede decirle a un amigo, “usted es mejor DJ que yo, por qué no pone la música, mientras yo abro el Todo Rico”. Esa diversificación de roles es clave, y para eso hay que asociarse, para que la fiesta sea más grande.

 

  1. ¿Qué percibiste del sector independiente colombiano en la reciente feria del libro de Bogotá?

¡Todos teníamos muchas ganas de fiesta! Encontré editoriales que no conocía, proyectos muy bonitos, libros que me traje. De hecho, tengo ahorita en la mano un libro de Círculo abierto de Barranquilla que me pareció muy lindo, es una traducción del portugués. Hay un interés muy grande por los libros objeto. Este interés que había hace diez años, que era como muy indie, está ya consolidado como un estilo. Vi que en la feria el pabellón independiente ha crecido, los proyectos ya están grandes y maduros, uno ve catálogos y ve stands bonitos. Creo que, en lo que viene, tenemos harto trabajo con Huracán, porque la distribuidora se mueve también en ferias más chiquitas. Lo ideal es pensar cómo hacer que este espíritu festivo lo tengamos más veces al año y mantengamos a nuestros lectores enganchados en circular con nosotros y compartir con los autores y los editores. Son cosas que yo siento que nos convienen a nosotros en general: que como gremio nos leamos más y reconozcamos el valor de nuestro trabajo y de juntarnos para hacer más fiesta.

 

  1. ¿Habrá más de Himpar este año?

Los libros hay que hacerlos vivir en la postferia, que ese es el reto cuando hay feria, entonces nuestras novedades están recién salidas del horno, y estamos planeando cositas con ellas. Sí estamos organizando cositas para las cinco novedades y de pronto hay una sorpresa a final de año.

 

A modo de cierre y aplicando su prédica de conocernos más y recomendarnos más, Ana nos deja tres libros recomendados:

  1. Enheduanna, del escritor brasilero Roger Mello, publicado por la editorial Círculo Abierto, de Barranquilla.
  2. El fuego que quería, de la poeta Tanía Ganitsky, uno de los libros de la colección de ensayos del laboratorio de creación de La diligencia libros.
  3. El ultimo soneto y nos vamos, del escritor Camilo Roldán, publicado por Hao rotativo de letras.

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